domingo, 26 de febrero de 2012

Personal

¿Que te quise?
No te atrevas a dudarlo.
En su día me habría dado igual abrirme el pecho y arrancarme el corazón si llegabas a pedírmelo, ya que lo consideraba tuyo. Y habría dado cualquier cosa por una mirada, por una caricia, por un instante de atención, y estoy segura de que, costase lo que costase, habría merecido la pena.
Pero esa mirada no llegó, ni tampoco esa sonrisa, ni ese instante de atención, y poco a poco el amor que guardaba, ese que creí que sería suficiente para cubrir tu falta, se fue evaporando mientras lo observaba, lenta y metódicamente.
Primero murieron las mariposas, asfixiadas en mi estómago. Después, poco a poco, los latidos que mi corazón producía en respuesta a tu presencia disminuyeron hasta alcanzar el límite de la normalidad. Y, por supuesto, al final incluso las lágrimas que tenía guardadas para ti se perdieron en algún punto de mi cuerpo, congeladas por la fría indiferencia.
No nos queda nada, ¿verdad? Por tu parte ni siquiera hay recuerdos de un amor de cuya existencia nunca te hablé, y por la mía todos son tan dolorosos que ya decidí esconderlos junto a todos aquellos que nunca deben salir a la luz.
Y ahora que no tenemos razones para hablarnos, ¿qué hacer? ¿Seguir caminando hasta que nos terminemos de distanciar y consiga olvidar tus contornos? Es un futuro muy triste, incluso a mí me lo parece.
¿Pero tenemos otra opción? Sinceramente, no lo sé, pero tampoco voy a intentar reavivar una llama cuyo calor solo vas a poder sentir tú porque, con esto de que no te quiero, empiezo a pensar en mí misma antes que en ti.
Me parece deprimente, y te lo digo sin rodeos. No es que crea en el amor eterno, nunca lo he hecho ni empezaré ahora, pero siempre me quedará la duda del quizás y el qué hubiera pasado, y no estoy muy segura de cómo debo convivir con ambos, y menos sintiendo que el vacío, ese que esperaba que no se produjese entre nosotros, se desarrolla a una velocidad vertiginosa. 

Personal

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